True Blood

28 de Octubre de 2011

Desde hace unas semanas, Paco y yo estamos disfrutando, cada lunes en Canal +, de la cuarta temporada de True Blood.
Tengo que decir que esta vez se les ha ido la pinza por completo, pero qué más da. Por si no fuera suficiente con vampiros y licántropos, ahora tenemos mediums, hombres y mujeres pantera, cambiantes que se transforman en sus propios familiares, hadas, niños diabólicos, hechiceros mexicanos y brujas. Una de esas brujas presta su cuerpo al espíritu de otra bruja a la que la Inquisición española condenó a morir en la hoguera varios siglos antes. ¿Y de dónde era esa bruja? De Logroño. Antonia de Logroño. Cada vez que lo dice: ¡¡Soy Antonia de Logroño!!, Paco y yo nos echamos a reír. Tengo que aclarar que yo soy de La Rioja y Paco, que no lo es, dice que aquello es un matriarcado y que de dónde si no iba a ser la única bruja que ha conseguido que los vampiros deseen salir al sol y quemarse hasta morir.
El lunes próximo veremos si Bill, Eric, Jessica y los demás vampiros consiguen resistirse al poderoso hechizo de una bruja riojana.

 

posted by Ainhoa on 9:56 a. m. under

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El nombre de la rosa, umberto eco

11 de octubre de 2011

"El saber no es como la moneda, que se mantiene físicamente intacta incluso a través de los intercambios más infames; se parece más bien a un traje de gran hermosura, que el uso y la ostentación van desgastando. ¿Acaso no sucede ya eso con el propio libro, cuyas páginas se deshacen, cuyas tintas y oros se vuelven opacos cuando demasiadas manos lo tocan? Precisamente cerca de mí, Pacifico da Tivoli hojeaba en un volumen antiguo, cuyos folios parecían pegados entre sí por efecto de la humedad. Para poder hojearlo debía mojarse con la lengua el índice y el pulgar, y su saliva iba mermando el vigor de aquellas páginas. Abrirlas significaba doblarlas, exponerlas a la severa acción del aire y del polvo, que roerían las delicadas nervaduras del pergamino, encrespado por el esfuerzo, y producirían nuevo moho en los sitios donde la saliva había ablandado, pero al mismo debilitado, el borde de los folios. Así como el exceso de ternura ablanda y entorpece al guerrero, aquel exceso de amor posesivo y lleno de curiosidad exponía el libro a la enfermedad que acabaría por matarlo.
¿Qué había que hacer? ¿Dejar de leer y limitarse a conservar? ¿Eran fundados mis temores? ¿Qué habría dicho mi maestro?"

 

posted by Ainhoa on 11:50 a. m. under

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Kinsey Millhone

Sue Grafton
04 de actubre de 2011
Hace poco leí U de ultimátum; me reconfortó tanto leer la última aventura de la detective Kinsey Millhone que decidí regresar a donde todo comenzó, a la A de adulterio, el primer libro de la serie conocida como El alfabeto del crimen, de la autora Sue Grafton.
Me gusta Kinsey Millhone. No nos parecemos demasiado, pero intuyo que podríamos ser buenas amigas, si ella existiera y decidiera pasarse por mi barrio o a mí me diera por mudarme a California, claro.
Es desconfiada y cínica. Se corta el pelo ella misma con las tijeras de la manicura, siempre va en vaqueros y deportivas, y solo tiene un vestido negro que no se arruga (y que lo mismo lo utiliza para asistir a un funeral que a una fiesta de alto copete). Le gusta la comida basura, el vino blanco peleón y correr varios kilómetros cada mañana. Se ha divorciado dos veces y está medio enamorada de su casero, un octogenario que se dedica a hacer pan y a idear crucigramas para un periódico local. Aunque en la primera página del primer libro de la serie dice que tiene muchos amigos, en realidad es una mujer solitaria cuya vida social se reduce a los momentos de charla que comparte con su casero y con la dueña del restaurante al que acude a menudo, una húngara malhumorada de pelo rojo.
A pesar de que han pasado casi treinta años desde que apareciera A de adulterio, la acción de los libros sigue transcurriendo en la década de los 80. Kinsey no tiene móvil ni ordenador; Internet no existe. Ni siquiera hay tests de ADN que ayuden a resolver crímenes. Kinsey se sirve de bibliotecas públicas y registros municipales para recabar información, y de un servicio mensafónico para mantenerse en contacto con el mundo mientras ella anda de un lado para otro persiguiendo a los malos. Todo muy rudimentario y encantador.
Parece que V is for vengeance está a punto de ser publicado en Estados Unidos. Sólo espero que a Sue Grafton le dé tiempo a repasar el abecedario porque, aunque Kinsey Millhone apenas haya envejecido cinco años en las últimas tres décadas, la autora ya ha superado los setenta. Le deseo toda la salud del mundo.

 

posted by Ainhoa on 10:26 a. m. under

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