Una casa en el fin del mundo



Una casa en el fin del mundo es un claro ejemplo de la insuficiencia del cine a la hora de adaptar literatura, por muy buena que sea, incluso cuando el guión está escrito por el propio autor del libro.
Porque esta película está basada en la novela del mismo título, una novela en la que los personajes están bien definidos, son intensos, llegas a quererlos porque te dejan participar de la ventaja primordial de la literatura: la de poder meterte en sus mentes.
Sin embargo, en la película toda esa intensidad se queda en el aire por la limitación que supone la imagen, aunque quizá el hecho de que algunas escenas cruciales hayan sido sustituidas por otras menos rotundas tampoco ayude mucho a la total comprensión de la complejidad de lo que se cuenta.
Al final sentí como si a Michael Cunningham le hubieran encargado la elaboración del guión en una época en la que se sentía demasiado cansado para enfrentarse a la misma historia de nuevo.
Aún así, no todo es tan malo, porque si hay algo destacable es el trabajo que tanto Erik Smith en su etapa adolescente, como Collin Farrell en la adulta, hacen al interpretar a Bobby Morrow, que es un personaje fascinante. Un chaval que pierde a su familia, se queda sin referencias siendo muy joven, pero a pesar de todo se esfuerza por adaptarse a su vida, por actuar con normalidad, aunque no podrá abandonar ese aire ausente y desconcertante que de alguna forma acaba por definirlo. ( "Su modo de hablar, todos sus modales, eran como los de un extrajero en proceso de aprender las costumbres del país. A lo que más se parecía era a algún refugiado de un sitio cercano, mal alimentado y que se desvivía por complacer."). Ambos actores, a través de miradas y gestos, se acercan bastante a lo que yo había imaginado mientras leía la novela, y para mí, sólo por eso, ya merece la pena ver la película.

 

posted by Ainhoa on 7:21 p. m. under ,

4 comentarios:

Pau Llanes dijo...

¿Y por qué será eso casi siempre? salvo raras excepciones las pelis suelen desmerecer con respecto a sus originales novelas... Y eso que el cine tiene medios muy superiores... ¿O el ingrediente principal es la imaginación?... saludos... Pau

Ainhoa dijo...

El cine tendrá todos los medios materiales, pero la imaginación de cada uno es algo muy difícil de superar, así que sí, probablemente ese sea el ingrediente principal.
Un abrazo.

Gabriela Monzón dijo...

¡¡Hola, Ainhoa!!
Por supuesto que me acuerdo de tí...
Gracias por visitar y comentar en Piezas de a ocho. Me parece genial que marche tan bien la lectura compartida con tus jóvenes alumnas.
Te comento que vi esta película que reseñas y no sabía del libro, deberé hallarlo. El film me conmovió mucho.
Estoy leyendo la novela de Care Santos "Los ojos del lobo" y me encanta, leí hace unos días "Como bola de nieve" de Joyce Carol Oates y me enamoré.
Creo que ambos libros les pueden atraer a tus chicas. Son de Gran Angular, siempre recomendable, acá no se consigue casi, pero cuando hallo un título de la colección me lanzo en picada a comprarlo.
También tengo un grupo de 8 adolescentes, pero en un curso común de secundario y estamos leyendo una novela romántica/fantástica juntas. ¡Fascinadas!, hasta son capaces de hacer tarea extra con tal de leer en la hora áulica.
Un abrazo
Gaby

Ainhoa dijo...

Hola, Gaby.
Gracias por la visita y por las recomendaciones.
¡Qué bien suena lo de ese grupo tuyo de lectura! Ojalá en mi instituto hubieran hecho algo parecido.
Si te conmovió la película, no dejes de leer el libro, porque es muy bueno, sobre todo la primera parte, la que trata la infancia y adolescencia de los dos protagonistas. Su autor es Michael Cunningham, el mismo que ganó el premio Pulitzer con "Las horas".
Un abrazo.

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