Habrá que esperar hasta agosto para disfrutar de "The Bourne ultimatum", pero seguro que merece la pena. Pues sí, aunque entre mi filmografía favorita predominen películas intimistas que tienden al drama, una también tiene sus debilidades casi inconfesables y la saga Bourne es una de ellas. Terminator es otra, por cierto. La primera parte, eso sí. Y hablando de debilidades casi inconfesables, también me he enganchado a una serie de adolescentes absolutamente previsible, One tree hill, aunque ha terminado la segunda temporada y en el canal Cosmopolitan no se han dignado a anunciar cuándo comenzará la tercera. Y ahora, ¿qué se supone que voy a ver a la hora del desayuno? ¿A Rajoy, Acebes y Zaplana? ¡Como si no fuera suficiente con estar atrapada en Madrid durante todo el mes de julio muriéndome del asco por el calor y por tener que verle el careto a mi jefe cada día!
Otro de mis entretenimientos favoritos, este de cualquier estación del año, es la lectura (aunque esto, más que un entretenimiento es una forma de vida). Una vez traté de leer El castillo, de Kafka, en pleno julio y tuve que dejarlo porque la historia no me llegaba, con tanta nieve y tanto frío. Entonces llegué a la conclusión de que hay libros de verano y libros de invierno. Teorías aparte, creo que este verano continuaré con mi obsesión por Auster, que este señor lo mismo resiste el frío que el calor, aunque trataré de combinarlo con otros autores como Paul Bowles o Murakami, del que, siguiendo el consejo de Ana, compré Kafka en la orilla el otro día. ¡Vaya! Kafka de nuevo. Habrá que probar, por lo menos. También me gustaría releer las biografías de grandes viajeras como Mary Kingsley o Freya Stark, pero me temo que eso haga que mi vida todavía parezca más absurda y mediocre, así que quizá lo deje para cuando mis ánimos estén un poquito más elevados.
En cuanto a la música, si habéis leído la entrada anterior, ya sabéis que he redescubierto a Gun y estoy como una niña con zapatos nuevos. Mi adorado John Frusciante sigue acompañándome cada día, igual que Incubus, Snow Patrol o The doors, porque lo de dejarme llevar por esos horrores denominados "canción del verano", nada de nada, que una tiene su dignidad, por mucho que Montse me eche la bronca por mi intransigencia al respecto. Lo siento, pero nunca podría mezclar a mi Frusciante con el Koala o su puta madre. Es que sólo de pensarlo una pierde hasta la compostura.
Otro de los grandes entretenimientos es salir de cañas a la terraza más grande del barrio día sí, día también. Menos mal que tengo un metabolismo agradecido que si no, con tanta cerveza, croquetas, patatas bravas o raciones de chopitos, iba a acabar el verano como la montón.
Y llegará la hora de irse al Cabo de Gata, es decir, al paraiso; y de disfrutar de las fiestas de mi pueblo (ahí sí que no podré evitar escuchar las canciones estivales, pero desde luego no será por propia elección), y después a Escocia, y para cuando vuelva espero que el calor nos haya abandonado.
2 comentarios:
Me gusta la variedad de tu blog y que estés leyendo "Kafka en la orilla", yo me aficioné por la literatura japonesa hasta que descubrí que me entristecía, será el ritmo de las novelas o esa manera que tienen de ver la vida , tan distinta a la mía o tan parecida ;) besitos ,un placer leerte
Muchas gracias,Oldri. En realidad ahora estoy con "El palacio de la luna" de Paul Auster, aunque "Kafka en la orilla" será el siguiente, seguro. Mis conocimientos sobre literatura japonesa se reducen a Murakami, aunque también he leído algo de Mishima.
Le he echado un vistazo a tu blog y parece muy interesante. A ver si este fin de semana tengo un rato para leerlo con más detenimiento.
Un saludo.
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