Espejo 21:30 ya tiene web
17 de Diciembre de 2010
Gracias sobre todo al empeño y a la labor de Jesús Fornis, uno de los integrantes de Espejo 21:30, nuestro grupo de escritores ya tiene página web: http://www.espejo2130.com/ En ella encontraréis muestras de nuestro trabajo, reseñas literarias y también un lugar en el que dejar opiniones, comentarios o un saludo, que siempre se agradece. Y aquellos interesados en acudir a nuestras reuniones (no con las manos vacías, se entiende; un mínimo de un relato para leer, que nosotros amablemente diseccionaremos como hacemos con los nuestros, es requisito imprescindible) también tenéis un apartado de contacto.
Nos vemos al otro lado.
Sherlock
Después de más de mil días
30 de Noviembre de 2010
Después de más de mil días de vida contemplativa, me he visto obligada a reincorporarme al mundo laboral y, como consecuencia de ello, mis jornadas se han deformado por completo. El espacio para los desayunos largos, las películas tontas y las películas listas, los lunes que son como domingos y las resacas de los viernes por la mañana se ha reducido considerablemente. Ahora me estoy haciendo experta en puzzles: una hora de estudio encajada aquí, dos horas de escritura allá, las horas de trabajo invariablemente ahí, reuniones literarias, bares, amigos y Paco, al que apenas veo a pesar de vivir con él. Mi pobre Paco, que ha vuelto a coger el trapo del polvo y la plancha de forma regular. Aunque tampoco se queja, que a cambio a recibido una casa vacía por las tardes y un buen montón de horas para echarme de menos.
Así que ahora mis semanas son como las de ese tal Lucas sobre el que escribía Cortázar. Y supongo que como las de casi todos.
"Lucas, sus soliloquios
Che, ya está bien que tus hermanos me hayan escorchado hasta nomáspoder, pero ahora que yo te estaba esperando con tantas ganas de salir a caminar, llegás hecho una sopa y con esa cara entre plomo y paraguas dado vuelta que ya te conocí tantas veces. Así no es posible entenderse, te das cuenta. ¿Qué clase de paseo va a ser éste si me basta mirarte para saber que con vos me voy a empapar el alma, que se me va a meter el agua por el pescuezo y que los cafés olerán a humedad y casi seguro habrá una mosca en el vaso de vino?
Parecería que darte cita no sirve de nada, y eso que la preparé tan despacio, primero arrinconando a tus hermanos, que como siempre hacen lo posible por hartarme, irme sacando las ganas de que vengas vos a traerme un poco de aire fresco, un rato de esquinas asoleadas y parques con chicos y trompos. De a uno, sin contemplaciones, los fui ignorando para que no pudieran cargarme la romana como es su estilo, abusar del teléfono, de las cartas urgentes, de esa manera que tienen de aparecerse a las ocho de la mañana y plantarse para toda la siega. Nunca fui grosero con ellos, hasta me comedí a tratarlos con gentileza, simplemente haciéndome el que no me daba cuenta de sus presiones, de la extorsión permanente que me inflingen desde todos los ángulos, como si te tuvieran envidia, quisieran menoscabarte por adelantado para quitarme el deseo de verte llegar, de salir con vos. Ya sabemos, la familia, pero ahora ocurre que en vez de estar a mi lado contra ellos, vos también te les plegás sin darme tiempo a nada, ni siquiera a resignarme y contemporizar, te aparecés así, chorreando agua, un agua gris de tormenta y de frío, una negación aplastante de lo que yo tanto había esperado mientras me sacaba poco a poco de encima a tus hermanos y trataba de guardar fuerzas y alegría, de tener los bolsillos llenos de monedas, de planear itinerarios, papas fritas en ese restaurante bajo los árboles donde es tan lindo almorzar entre pájaros y chicas y el viejo Clemente que recomienda el mejor provolone y a veces toca el acordeón y canta.
Perdóname si te bato que sos un asco, ahora tengo que convencerme de que eso está en la familia, que no sos diferente aunque siempre te esperé como la excepción, ese momento en todo lo abrumador se detiene para que entre lo liviano, la espuma de la charla y la vuelta de las esquinas; ya ves, resulta todavía peor, te aparecés como el reverso de mi esperanza, cínicamente me golpeás la ventana y te quedás ahí esperando a que yo me ponga galochas, a que saque la gabardina y el paraguas. Sos el cómplice de los otros, yo que tantas veces te supe diferente y te quise por eso, ya van tres o cuatro veces que hacés lo mismo, de qué me va a servir que cada tanto respondas a mi deseo si al final es esto, verte ahí con la crenchas en los ojos, los dedos chorreando un agua gris, mirándome sin hablar. Casi mejor tus hermanos, finalmente, por lo menos luchar contra ellos me hace pasar el tiempo, todo va mejor cuando se defiende la libertad y la esperanza; pero vos, vos no me das más que este vacío de quedarme en casa, de saber que todo rezuma hostilidad, que la noche vendrá como un tren atrasado en un andén lleno de viento, que sólo llegará después de muchos mates, de muchos informativos, con su hermano lunes esperando detrás de la puerta la hora en que el despertador me va a poner de nuevo cara a cara con el que es peor, pegado a vos, pero vos ya de nuevo tan lejos de él, detrás del martes y el miércoles y etcétera."
Un tal Lucas, Julio Cortázar
18 de Noviembre de 2010
Llevo tiempo dándole vueltas a lo de llevar este blog a un terreno más literario. No me refiero a las reseñas que publico aquí de vez en cuando, sino a mostrar mi propio trabajo. Hasta ahora no me había decidido porque mis relatos son en general demasiado largos para este formato (todos sabemos que las entradas extensas no suelen leerse enteras), pero últimamente he estado experimentado con historias más cortas, así que aquí os dejo el primer divertimento.
Policromía
Por aquella época me vi obligada a vivir con mi hermana, que se había teñido el pelo de rubio y vestía mucho de rosa. También seguía una dieta cromática, es decir, durante los días verdes sólo comía canónigos (la lechuga tenía un punto blanquecino que no la convencía), guisantes, espinacas o kiwis, y si tenía el día naranja se hinchaba a mandarinas, zanahorias y puré de calabaza. A mí me daban ganas de pegarle dos bofetones, pero me limitaba a hacer todo lo posible por no coincidir con ella a la hora de la comida o de la cena. Me pasaba tanto tiempo por ahí, deambulando sola, que me conocía cada calle del barrio, los desconchones de las fachadas, los locales vacíos, las baldosas levantadas de las aceras, los carteles a medio arrancar, que parecían harapos tendidos. Los miércoles adquirí la costumbre de cenar en el pub irlandés que había en la esquina: me pedía una Guinness y una hamburguesa, y esperaba a que entrara él, con su chándal azul marino y una bolsa de deporte colgada del hombro. Era muy delgado y tenía el pelo largo, revuelto, muy oscuro, como las cejas y los ojos. Probablemente venía del gimnasio o de jugar al fútbol con sus colegas, pero el caso es que tenía pinta de haber salido de un portal maloliente después de inyectarse algo en vena. Y yo quería cuidar de él. Se sentaba en la barra y dejaba la bolsa de deporte en el suelo, a los pies de la banqueta, y me obsequiaba con su perfil morisco. Se pedía una Coca-cola y la bebía a sorbos, y antes de cada sorbo miraba dentro del vaso, como si no supiera qué era ese brebaje marrón que estaba a punto de beber. Y a mí me inspiraba ternura y deseo y me proporcionaba grandes momentos dentro de mi cabeza. Le observaba desde mi rincón, mientras yo cenaba, con Austen o Forster abiertos sobre la mesa, siempre dispuestos a cubrirme si él me descubría.
Y en esas andaba yo, haciendo como que leía pero disolviéndome en realidad con cada sorbo que él daba, cuando vislumbré a mi hermana en el umbral, tan rubia y tan de rosa. Y vi que no me buscaba a mí— ¿por qué iba a hacerlo? Yo nunca le había dicho que iba a ese pub—, sino que se dirigía directamente a la barra, se paraba delante de mi enjuto desconocido del chándal y le plantaba un beso pegajoso en la boca. Entonces él la miró como miraba el interior de su vaso de Coca-cola y después se volvió hacia donde yo estaba y me dijo que lo sentía, no con palabras, sino con esas cejas espesas y una mueca lúgubre en los labios y yo cerré mi libro y me fui a casa y abrí la nevera y mezclé el arroz hervido de mi hermana con mostaza, sus garbanzos cocidos con lentejas y le añadí kétchup al zumo de naranja.
Una curiosidad Real
14 de noviembre de 2010
Según el Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre, sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes (se nota que estoy estudiando la Constitución), la consorte del Rey de España recibirá la denominación de Reina y el tratamiento de Majestad, mientras que al consorte de la Reina (si algún día la tuviéramos) le corresponde la dignidad de Príncipe y recibirá el tratamiento de Alteza Real. Una primera lectura me advierte de que incluso a la Reina (no a la consorte) hay que protegerla de la supuesta (según se desprende del Real Decreto) avidez masculina de poder y por ello no se arriesgan a otorgarle el título de Rey a su consorte. Imagino que la palabra Rey es tan fuerte que siempre estaría por encima de la Reina, por mucho que ésta fuera la heredera legítima, algo que a la inversa parece no ocurrir.
Diversiones (3)
05 de Noviembre de 2010
Estos días me divierto:
Como adivinaréis por la entrada anterior, viendo True Blood y A dos metros bajo tierra, esta última en versión original porque la veo sola, y es que Paco se pone muy nervioso con los subtítulos.
Leyendo relatos: Cortázar, Munro, Bolaño, Ford, Carver, Salinger...
Escribiendo relatos: aunque eso no es que sea una novedad, es algo que llevo haciendo varios años, pero últimamente ando de lo más inspirada y prolífica.
Estudiando: el caso es que he decidido prepararme unas oposiciones de auxiliar de biblioteca y aquí estoy, liadísima con la Constitución y empezando con el temario específico. Me gustaba estudiar de niña (yo era de las que quería que se pasara pronto el verano para volver a clase), me siguió gustando de joven y ahora, a la avanzada edad de 35 años, me he dado cuenta de que me sigue gustando.
Como no he hecho ningún descubrimiento musical últimamente, sigo enganchada a BFMV y es que no me canso de escuchar la voz de Matt Tuck.
Alan Ball es un genio
Qué bueno que haya gente en este mundo que sepa hacer las cosas también.
más Portugal
Oporto 2010
Freud, ¿dónde estás?
10 de Octubre de 2010
Últimamente en mis sueños pierdo muchas cosas. El otro día perdí unas chanclas mientras estaba en una casa muy grande en compañía de la hermana de una ex-amiga. Luego perdí una cámara de fotos y sé que en algún momento del sueño estuve a punto de perder los pantalones, pero no recuerdo a santo de qué, lo que sí recuerdo es que me los andaba subiendo mientras la hermana de mi antigua amiga y yo íbamos en busca mis chanclas por aquella casa inmensa que tenía las paredes sin lucir.
Un día después, en mis sueños, perdí un bolso amarillo del que, en la realidad, me deshice hace varios años; también perdí una cazadora color salmón en un bar de esos que tienen velas derretidas encima de la barra convertidas en vistosos volcanes de cera. Y al final del sueño perdí la vista. No es la primera vez que me ocurre. Esta vez le estaba preguntando por mi cazadora a la camarera, que llevaba el pelo a lo rastafari, cuando, de repente, me encuentro con que no puedo abrir los ojos. Lo intento con todas mis fuerzas y siento un hormigueo que duele dentro de la cabeza y escucho voces alrededor que hablan de mí y se ríen de mí. Todo es confuso y frustrante. Y entonces me despierto porque, cuando tengo este tipo de sueños, generalmente me despierto antes de haber recuperado la visión.
Freud, ¿dónde estás?
Pero, Fito, ¡¿qué te pasa?!
04 de Octubre de 2010
Me he pasado en último fin de semana
sacudiendo la melena al son de la música, la intensidad dependiendo del grupo que en ese momento estuviera sobre el escenario del festival En Vivo de Getafe. Siniestro total, Reincidentes, Rosendo, Banda Bassotti, Saratoga, Cicatriz, Los Suaves… Ninguno de ellos están entre mis grupos favoritos, pero unas entradas gratis bien merecen un esfuerzo capilar. El fin de fiesta lo ponía Fito, que, cada vez más reblandecido, tampoco es que me entusiasme, pero ya fui a uno de sus conciertos hace un par de años y lo pasé bastante bien, así que me apetecía verlo de nuevo. Sin embargo, el concierto fue frío y a ratos incluso aburrido. Y es que cada tema estaba precedido por unas introducciones instrumentales larguísimas que no venían mucho a cuento, el ritmo de algunas de las canciones parecía ralentizado y él tenía pinta de haberse dejado el entusiasmo en el camerino. A eso de la mitad del concierto, cuando no había dicho más que un par de “gracias Getafe”, nos sale con la chorrada de grabar un saludo para los que vayan a su próximo bolo, tal y como hicieron los que habían ido a su anterior concierto en Málaga, cuyo saludo multitudinario vimos proyectado en un par de pantallas gigantes. Me pareció un momento de lo más patético; venga, ¡todos juntos! Y claro, como a la peña le gusta una cámara más que al Piraña un bocata de chóped, pues todos a saludar como si estuvieran asistiendo al espectáculo de sus vidas. Que bueno, a lo mejor era así y esa sensación como de frío era sólo cosa de Paco y mía (que todo se pega), pero lo cierto es que hubo bastante gente que no esperó ni a los bises para salir por piernas. Quizá sean esas hordas de seguidores pijos que ha ido reclutando con los años los que, con su maligna influencia, han hecho que apenas quede rastro del primer Fito—más cañero, más irreverente—, mucho menos de sus años en Platero. O quizá fue sólo un mal día, no lo sé, pero hubo ratos en los que Paco y yo pensamos que un concierto de Modestia Aparte hubiera sido mucho más entretenido.
Y ahora Lorenzo ganará el mundial
01 de Octubre de 2010
Ya sé que no hablo mucho de deporte por estos lares, pero la verdad es que soy una gran aficionada. A verlo, no a practicarlo. Una estructura ósea no muy estable y una querencia extrema por los sofás y la lectura me han abocado irremediablemente a una existencia bastante sedentaria. Pero, como decía, verlo me encanta. Y esta mañana me llama Paco y me dice que si he visto las noticias y yo le digo que no, que estoy viendo una reposición de A dos metros bajo tierra y él me dice que Dani Pedrosa se ha caído en los entrenamientos libres de Motegi y se ha roto la clavícula y yo pienso: mierda, mierda y mierda. Porque no sólo mi Dani va a tener que sufrir en ese cuerpecillo que Dios le ha dao otra tanda de operaciones (que menuda vejez le espera al pobre), sino que ahora el imbécil de Jorge Lorenzo ganará el Mundial de Moto GP y eso me pone de muy mala leche por varias razones: porque no quiero ni imaginar cómo lo va a celebrar ( a ver si con suerte le da por tirarse a otra piscina con el mono de piloto y no hay nadie para sacarlo); porque si nadie lo remedia (es decir, Rossi o Stoner) se va a hinchar a plantar banderitas de Lorenzo´s land por todos los circuitos que quedan de aquí al final del campeonato (os diré dónde le plantaba yo la banderita de marras…); y sobre todo -y es que el muy idiota no puede evitarlo- porque hará declaraciones de esas que dan ganas de darle dos tortas, con sus frases hechas, su querer quedar bien con todo el mundo para esconder una chulería y una soberbia que aun así le salen por los poros.
Por Dios, qué cabreo tengo.
Espejo 21:30, por fin a la venta
25 de Septiembre de 2010
Después de unos cuantos contratiempos, el libro de relatos en el que mis cuatro compañeros y yo hemos estado trabajando durante meses por fin ha salido a la venta. Se titula Espejo 21:30, por aquello de que solemos celebrar nuestras reuniones en la cafetería El espejo a las nueve y media de la noche. El libro está compuesto por treinta y nueve historias (ocho de ellas escritas por mí) y un deslumbrante prólogo en forma de cuento. Podéis adquirir el libro en la librería Books Center de Madrid (Calle Luchana, 6) o a través de la página web de la editorial: http://www.fergutson.com/ De momento, el libro está en la portada de la página de la editorial, pero como no sé el tiempo que permanecerá en ella, que sepáis que también se encuentra en la librería virtual de la web, en el apartado "Libros de autores". A todos aquellos que os animéis a comprarlo, espero que os guste.
Viaje con Clara por Alemania, de Fernando Aramburu
22 de septiembre de 2010
Retomo el blog con un poco de crítica destroyer porque quiero quitarme de encima la desgana que me ha provocado este libro. Y es que una cosa es verte postrada en la cama durante semanas y acabar leyendo los best-sellers que amablemente te presta tu cuñada porque ya no te queda nada por leer, y otra muy distinta es gastarte veinte eurazos, esperanzada tras los entusiastas comentarios de un librero. Las perspectivas eran buenas: el relato de un viaje por Alemania de una pareja en la que ella, escritora, persigue recabar información para su próximo libro. Pero Viaje con Clara por Alemania es en realidad una especie de diario escrito por el marido en el que, además de contar su periplo por el país, nos muestra con más frecuencia de la deseada los bloqueos, frustraciones, manías y rabietas de su esposa, a la que, por su tono, parece odiar más que amar (se refiere a ella como "la señora escritora" con un retintín que chirría). Cada línea tiene un aire pretencioso y un léxico petulante que no vienen a cuento puesto que se supone que esas páginas son un diario escrito a escondidas que nadie va a leer. Y es ese tono absurdo, con el que imagino pretende resultar gracioso o agudo o inteligente o todo a la vez, el que exaspera y desespera y hace que te importe tres pitos lo que te está contando porque lo que de verdad te apetece es matar al librero que te lo recomendó tan fervorosamente.
Craig Kelly
02 de Septiembre de 2010
Hace poco vi, por casualidad, el documental Let it ride, dirigido por Jaques Russo. Es la historia de Craig Kelly —un precioso tributo a él en realidad—, el mejor snowboarder de todos los tiempos, según me fui enterando conforme lo iba viendo. Porque yo, claro, no tenía ni idea de quién era; mi interés por el mundo de la nieve no va más allá de lanzar alguna que otra bola cuando se tercia, pero viendo las imágenes de ese tío deslizándose con su snowboard, riéndose de avalanchas y precipicios, salvando rocas y árboles con la plasticidad de un bailarín clásico, ¿cómo iba a cambiar de canal? El documental repasa los inicios del snowboard, la progresión de Kelly hasta convertirse en el referente absoluto de ese deporte (fue cuatro veces campeón del mundo) y su abandono de la competición para centrarse en el freeriding y convertirse en guía de montaña, sin cámaras, sin focos, sin los patrocinadores que en su día le pagaran cifras millonarias. Let it ride termina, como sospeché tristemente desde un principio, con la muerte de Kelly, el 20 de enero de 2003, a los 36 años, sepultado por una avalancha en Canadá.
Si pincháis en el siguiente enlace, entenderéis por qué fui incapaz de cambiar de canal.
http://www.youtube.com/watch?v=yw6k5f1uY3Y&feature=related
Y si podéis ver el documental entero (ahora está dentro de la programación de Canal Viajar), no perdáis la oportunidad. No sólo será un chute de emoción para vuestras neuronas espejo, sino que hay momentos en los que accederéis a otra dimensión de la belleza.
Una vida entre libros, de Lewis Buzbee
30 de Agosto de 2010
"Un martes oscuro y lluvioso de noviembre, a media tarde. El momento ideal para estar en una librería. La luz declinante de la tarde y el sosiego y el silencio de la hora hacen que todo parezca más cercano: los anaqueles, los libros y los pocos clientes que se rozan con la cabeza gacha por los estrechos pasillos. Hay un dependiente en el mostrador que contempla la calle a través del escaparate, tomándose un respiro antes de la avalancha de última hora. Yo he venido a buscar un libro.
Desde hace varios días siento el impulso de comprarme uno. He pasado ya por unas cuantas librerías y, aunque he visto centenares de libros, no he encontrado ninguno que satisfaga ese deseo. No es que no tenga nada que leer; hay un montón de libros estupendos aún no leídos junto a mi cama. Por no hablar de todos los libros del salón, estantes enteros, que más de una vez me he propuesto releer. Aun así, siento un apetito exasperante por el próximo, aunque no sepa cuál es. Ya no intento analizar la naturaleza de ese apetito; me di por vencido hace tiempo ante esta pasión por los libros que he sufrido durante casi toda mi vida. Conozco bastante el curso de la dolencia para saber que pronto encontraré algo."
De fiestas y sin alcohol
24 de Agosto de 2010
He regresado de mi pueblo después de vivir una de las experiencias más surrealistas de toda mi vida: unas fiestas sin alcohol. Bueno, no voy a exagerar, no fueron todas las fiestas, sólo los últimos cuatro días, pero claro, teniendo en cuenta que duran siete…
El caso es que mi estómago se volvió un pelín tiquismiquis con los alcoholes y se puso a dar la tabarra, así que me vi obligada a sobrevivir entre hordas de borrachos a base de catxis de Aquarius, que por momentos incluso dan el pego y te evitan el tener que justificarte a cada minuto, como me pasó el día que me vi forzada a acompañar los pintxos con infusión de manzanilla. La de burlas y chascarrillos que tuve que aguantar. Y es que en La Rioja, con el dilema existencial de beber o no beber, somos de lo más comprensivos. Tanto que incluso mi mejor amiga me dijo, como quien no quiere la cosa, que ya me podía curar pronto, porque si no nuestra amistad se podía ver afectada.
Y así fueron pasando los días, sin resacas, sin cansancio, con un montón de horas, reservadas normalmente para la recuperación del día anterior, dedicadas este año a leer y pensar. ¡Dios mío! Leer y pensar son dos cosas que nunca había hecho del 14 al 20 de agosto. Eso sí, os puedo asegurar que volver he vuelto tan hecha polvo como si me hubiera bebido el caudal del Ebro en vino. Y por más que he reflexionado sobre ello, no he logrado entender el porqué.
De tomates y albahaca
¿Os acordáis de la entrada que publiqué a finales de abril titulada Alma de jardinero? Os contaba que mi Paco había plantado en unas jardineras semillas de cebollino, albahaca, tomates y tomillo. Bueno, pues unos cuantos meses después, de esas cuatro posibilidades dos han fructificado: la tomatera y la albahaca (el cebollino lo intentó, pero brotó un pelín raquítico y no llegó muy lejos; y el tomillo pasó de nosotros directamente). Aunque podría decir que “solamente dos” han fructificado, no lo haré porque para mí es un triunfo que en una terraza diminuta, con una tierra que creo que no era de muy buena calidad y sin haberla abonado ni una sola vez, tengamos una hermosa planta de albahaca y una tomatera en la que se puede ver un par de tomatitos creciendo.
The Stranglers - Golden Brown
30 de Julio de 2010
Lástima que no haya pirámides por aquí, porque lo que es el calor que andan sufriendo en el vídeo parece el mismito que el que andamos sufriendo por Madrid.
El capitán y el enemigo, de Graham Greene
BFMV
Cabo de Gata
07 de Julio de 2010
Hemos pasado unos días en el Cabo de Gata, con sol, lluvia, viento y mucho calor; un poco de todo, para no aburrirnos.
El olmo del Cáucaso, de Jiro Taniguchi y Ryuichiro Utsumi
27 de Junio de 2010
Confieso que mi conocimiento del mundo del cómic se limita a los volúmenes de Candy Candy y Esther que me regalaron para mi primera comunión, a alguna que otra historia de Astérix y, por supuesto, a las de Ibáñez. Pero lo cierto es que yo siempre he sido más de novelas, y tener que detenerme a observar los dibujos me parecía un incordio la mayor parte del tiempo. Así que, a pesar de un par de amigos que llevan insistiendo con el tema ni sé ya cuánto, nunca más me dio por leer un cómic. Hasta hace un par de días, y todo porque en La elegancia del erizo (lo estoy releyendo a trozos), Paloma, una de las dos protagonistas, habla con pasión de un tal Taniguchi y me picó la curiosidad. Así que me fui a la biblioteca del barrio y cogí prestadas dos de sus obras: El olmo del Cáucaso y Tierra de sueños.
He tardado dos días en devorar El olmo del Cáucaso y tengo que decir que me ha encantado. Como buena ignorante, creía que el manga era algo violento y de imágenes estridentes (que tampoco es que eso me moleste demasiado; lo que me molesta es mi ignoracia), pero no, manga simplemente significa cómic en japonés y por lo tanto los temas y los estilos son tan variados como los que existen. Desde luego El olmo del Cáucaso no tiene nada de violento ni estridente; más bien es todo lo contrario. El volumen lo componen ocho historias que tratan sobre gente corriente con vidas corrientes. Pero entre toda esa normalidad se rescatan momentos significativos que se cuentan con una sensibilidad manifiesta. Está la historia de un anciano que se resiste a cortar un olmo viejo de su jardín a pesar de la molestia que sus hojas les causa a los vecinos. Y también la de dos hermanos que se ven después de mucho tiempo y mantienen una conversación reveladora. O la de un hombre que se reencuentra con su hija veintitrés años después de haberla abandonado. La de un anciano y una anciana, ambos viudos, que pasan las tardes en un banco de un parque. Y la que más me gustó, Su pueblo natal, que es la historia de una mujer francesa que se casa con un japonés y se marcha a vivir a Japón con él. Poco tiempo después él muere y ella decide quedarse en Japón porque se ha enamorado de ese país, a pesar de que no alcanza a comprenderlo del todo. O quizá precisamente por ello.
La delicadeza con la que Taniguchi dibuja los sentimientos de estos personajes es conmovedora; y el guión de Utsumi es tan directo y preciso como una bofetada.
Me parece que me espera un verano repleto de manga.
La biblioteca del Senado
Mi cuchillo y yo
El retrato de Dorian Gray
06 de Junio de 2010
Ahora que El retrato de Dorian Gray vuelve a estar de actualidad, os dejo estas palabras sacadas del libro. ¿ O es porque mi cumpleaños se acerca peligrosamente y una va a alcanzar los treinta y cinco?...
"Pero nosotros nunca volveremos a nuestra juventud. La alegría de los veinte años desaparecerá. Nuestros miembros se cansarán y se atrofiarán nuestros sentidos. Nos convertiremos en horribles muñecos atrapados por el recuerdo de pasiones que nos asustaron y de exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el coraje de ceder. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo como la juventud."Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray
Diversiones (2)
27 de Mayo de 2010
Estos días me divierto…:
Pues sí, leyendo Cumbres borrascosas. El truco está en llegar al capítulo IV. Es en ese punto cuando la historia se vuelve realmente interesante; hasta entonces, como ya dije, todo son personajes odiosos, pesadillas y desconcierto. Pero cuando la señora Dean comienza a contar la historia de Heathcliff desde su niñez, la cosa mejora muchísimo y la historia te engancha. Al final van a tener razón todos los que me la recomendaron.
Haciendo un curso de cocina. Para empezar, he aprendido a cortar de forma decente, lo cual ya merece la pena. Además, es muy divertido andar correteando por la cocina con los compañeros de clase, buscando cacillos, sartenes, peladores o cuchillos cebolleros para poner en práctica la teoría que nos da la profesora y acabar haciendo unas recetas deliciosas que degustamos al final de cada clase. Boquerones al eneldo, buñuelos de manzana, berenjenas con huevo escalfado, gambas y bechamel, arroz a la griega, natillas, lomo relleno de pasas, dorada a la sal… Está todo tan rico…
Viendo el remake de V. El caso es que cuando leí en la biblia (es decir, en la revista de Digital+) que iban a estrenarla en el canal TNT me pareció una gilipollez innecesaria revisitar esa serie que yo veía con mi hermano Asier y mis primos mientras devorábamos los bocatas de vino con azúcar que nos preparaba la abuela. ¡Qué equivocada estaba! La forma de adaptarla a los tiempos que corren es muy acertada. Merece la pena.
Despotricando con Paco sobre la decepción que ha supuesto el final de Perdidos: Lo divertido de esto es que hace unas tres temporadas yo ya le dije que los que en realidad estaban perdidos eran los guionistas, pero él me lo negaba e incluso se medio enfadaba conmigo. Pero claro, al final ha tenido que darme la razón y, ¿a quién no le gusta tener razón? A mí me encanta.
Escuchando a Bullet for my Valentine: mi último gran descubrimiento musical. Matt Tuck tiene una voz tan bonita que no puedo parar de escucharla. Además, su música tiene un no sé qué que me recuerda a la de algunos grupos que mi primo Anto compraba— en cintas grabadas y con la portada fotocopiada en blanco y negro—en el mercadillo de mi pueblo (el top manta de mediados de los 80) y que escuchábamos juntos una y otra vez. Ya tengo ganas de que llegue julio para poder verlos en directo en el Sonisphere de Getafe.
Hablando con mi prima sobre su visita a Lezama y sus “amigos” Fernando Llorente y Javi Martínez. Una hora de teléfono desternillante.
Primavera (2)
Cumbres borrascosas, Emily Brontë
16 de Mayo de 2010
No sé cuántas veces he comenzado a leer este libro (más de cinco seguro), y nunca he podido pasar de la página veinte, creo que porque los personajes me caen bastante mal. Ayer decidí intentarlo de nuevo y como he llegado a la página veintiuno sin devolverlo a la estantería, me he animado a seguir, aunque los personajes me siguen cayendo igual de mal. Pero es que de verdad quiero descubrir por qué esta novela fascina a tanta gente, por qué Heathcliff resulta tan interesante (quizá acabe siendo una especie de Mr. Darcy pero un poquitín más bruto) . Todo será que esta vez me enganche y me vuelva loca con la historia, que me conozco...
Felicidad clandestina
09 de Mayo de 2010
"Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí algunas líneas maravillosas, lo cerré de nuevo, me fui a pasear por la casa, lo postergué aún más yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad."
Alma de jardinero
30 de abril de 2010
El romero moribundo
Revolutionary Road (Vía revolucionaria), de Richard Yates
20 de Abril de 2010
Frank y April Wheeler son un matrimonio joven con dos hijos que vive en una urbanización a las afueras de Nueva York. Él tiene un trabajo aburrido, ella es un ama de casa poco esmerada y ambos tratan de ignorar el hecho de que se están convirtiendo en un estereotipo de clase media, precisamente aquello que se prometieron que nunca serían. Cada vez más conscientes de ello, intentan aliviar la angustia que sienten con mucho alcohol y conversaciones pretendidamente interesantes con los únicos vecinos que a duras penas soportan. Entonces April cree haber encontrado la solución, una solución aventurera y romántica: la familia se mudará a París, donde ella buscará trabajo de secretaria en alguna organización como la OTAN mientras que él podrá descansar por fin y dedicarse a “encontrarse a sí mismo”. Frank se presta al juego de los preparativos con un entusiasmo fingido, pretendiendo ser, como ella le dijo cuando empezaron a salir, el hombre más interesante que había conocido, pero lo cierto es que él ya ha comenzado a encontrar alivio a su tedio de otra forma: por un lado está siendo valorado en el trabajo y por otro tiene un lío con una compañera de oficina y todo ello le hace sentir bien ya que Frank es un pelín vanidoso; además, no cree que el plan de April vaya a resultar tan fascinante ni tan sencillo como ella piensa. A pesar de todo, siguen adelante con sus planes llegando incluso a poner la casa en venta. Pero el desencuentro es evidente y su relación se va enturbiando con pequeñas peleas, reproches, silencios y el desconcierto al descubrir que ninguno de los dos es capaz de reconocerse, ni a sí mismo ni al otro. Hasta que la situación acaba rompiendo por un lugar que no os voy a contar por si no habéis leído el libro.
Uno de los aciertos de esta novela es, en mi opinión, el uso del narrador que, en lugar de estar sobre los protagonistas cuando suceden los hechos más dramáticos, se posa sobre alguno de los vecinos —los Campbell, la señora Givings— y son ellos los que cuentan cómo lo vivieron todo manteniendo de esta forma el tono sobrio de la narración sin caer en el melodrama.
Conclusión: de lo mejorcito que he leído este año.
Kenneth Branagh es Wallander
13 de abril de 2010
Kenneth Branagh fue uno de los primeros actores cuyo trabajo me impresionó de verdad. Todo empezó con Enrique V, siguió con Mucho ruido y pocas nueces y Los amigos de Peter, Morir todavía y ese pedazo de Hamlet de cuatro horas. Pero luego, creo que después del fiasco de Frankestein, le perdí un poco la pista. Hasta hoy. Y es que Kenneth Branagh interpreta al inspector Kurt Wallander en la serie de la BBC británica que emite el canal TNT. ¡Y qué serie! Porque aquí los ingleses han tirado la casa por la ventana: cada capítulo está basado en una novela de Mankell y dura casi dos horas. Puro cine (del bueno) para televisión. Buenos guiones y buenos actores, y la fotografía, que es sumamente inquietante, no importa que las imágenes muestren campos infinitos de cereal o cielos azules, siempre tienen un algo turbador.
Pero lo más importante es que Kenneth Branagh es Kurt Wallander. No puedo pensar en nadie mejor que él para interpretar a este personaje taciturno y desencantado que, por más que lo intenta, no consigue llegar a todo; por si no fuera suficiente con los crímenes que tiene que resolver, su padre tiene Alzheimer, su hija trata de suicidarse en uno de los capítulos y él comienza a tener problemas de salud. Demasiado para ser interpretado por cualquiera.
Viajes
04 de Abril de 2010
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