Porque lo prometido es deuda...




Os dije que iba a hablar de ello y aquí estoy, dispuesta a hacer un breve resumen (cualquier otra cosa requeriría un esfuerzo demasiado intenso y me temo que el resultado os podría parecer aburrido, ya que las obsesiones ajenas, igual que el relato detallado de los sueños de otro, no suelen despertar un interés duradero) del recorrido por las entrañas de esas cinco canciones maravillosamente imperfectas que componen el álbum AWII, de Ataxia.

Abre con Attention: un platillo, unos golpes de batería inquietantes, el sonido rotundo del bajo de Joe Lally y por fin, la guitarra y la voz metálica (y sorprendente, en este caso por lo segura) de John Frusciante, y yo un poquito más cerca de la felicidad, absoluta y perturbadora, de esa que no se puede soportar durante demasiado tiempo, porque una corre el peligro de descomponerse en piezas diminutas que nunca más será capaz de juntar, y eso siempre da un poco de miedo.

Union, otra vez el bajo poderoso de Joe Lally pero la voz de Frusciante aquí es vertiginosa, más amable, aunque un poquito triste también y entonces me sobreviene el deseo de un abrazo, especialmente durante el solo de guitarra, en el que se cuelan unos lamentos que se retuercen y se hacen añicos, quizá por esa chica que dice que conoce y que está a punto de morir. No lo sé, porque el resto son fogonazos de inspiración, versos inconexos, advertencias y reproches distorsionados por un sintetizador.

Hands, es eso, manos aplaudiendo, llevando el ritmo invariable y angustioso de una canción que habla de manos una y otra vez, manos que se mueven y golpean dos veces el mundo, allí, en la luz majestuosa, y nos dominan y hacen planes por nosotros because we´re meant to be unplayed (¡qué miedo!). Ten por seguro que si buscas refugio en los bosques, a mí me gustaría ir contigo.

The soldier me resulta demasiado familiar al principio; me recuerda a The Doors, lo que no interpreto como una mala señal, ni mucho menos, pero me alegra que poco a poco se vaya introduciendo en esos caminos oscuros e inquietantes en los que Frusciante se suele perder, y yo con él, durante diez minutos exactos, en sus graves y sus agudos, en su voz a veces forzada, a veces deformada, en la que distingo ecos de guerras, fantasmas y oraciones, partes de un todo que todavía me resulta demasiado complicado de entender.

The empty´s response. Aquí Frusciante calla para dejar que la voz aniñada y suave, quebradiza a veces, de Josh Klinghoffer te acaricie; una voz tímida, como de ojos cerrados y mejillas sonrosadas, que habla, que canta sobre un amor imposible, y el cielo y el infierno, sobre la cobardía y la respuesta del vacío al porqué. Y yo pienso, no puedo evitarlo, que esta canción es como un rumor encerrado en una campana de cristal. Si es que eso puede tener algún sentido.

 

posted by Ainhoa on 1:45 p. m. under ,

0 comentarios:

Search