Autor: Michael Cunningham
¡Menos mal!, pensé con alivio cuando llevaba apenas veinticinco páginas leídas. Y es que la anterior novela de Michael Cunningham, Días memorables, supuso para mí una gran decepción.
Desde que descubriera a este autor de forma casual al comprar su libro Una casa en el fin del mundo en la estación de Atocha, cada historia suya me había cautivado. Las horas, una novela maravillosa, la leí después. De carne y hueso (qué alegría cuando la encontré a dos euritos de nada en una librería de segunda mano) me tuvo sorbido el seso durante un par de semanas. Pero luego llegaron esos absurdos Días memorables, libro que compartía la misma estructura que Las horas pero cuya historia no tenía ni pies ni cabeza, y fue como perder a un buen amigo. Aún así, en la última Feria del Libro decidí darle una nueva oportunidad. Al fin y al cabo, eso es lo que se hace con los amigos, ¿no? Compré Cuando cae la noche y, ¿qué puedo decir? Sí, nos hemos reconciliado. Cuando cae la noche es una novela relativamente corta pero muy intensa, con unos personajes complejos, unos puntos de giro acertadísimos y unas reflexiones sobre el arte y la vida que cumplen a la perfección su función como argamasa de la trama.
El libro cuenta la historia de un matrimonio neoyorkino un tanto aburguesado (él tiene una galería de arte y ella dirige una revista cultural) cuya única hija se ha emancipado para convertirse en lo contrario a lo que un día ellos soñaron que sería. Su existencia transcurre de forma más o menos rutinaria y acomodada hasta que un día se presenta en su casa el hermano pequeño de la mujer: veintipocos años, ex drogadicto (o eso dice él), mimado y muy atractivo. Un personaje lleno de matices y dobleces que alterará la vida de la pareja.
Dos días me pasé en éxtasis leyendo este libro, deseando que los viajes en metro fueran más largos y la jornada de trabajo más corta. Os lo recomiendo.
