
Te escribo para abrirte mi corazón y para confirmar mis propios sentimientos respecto de mí mismo.
Yo mismo soy el instrumento de fuerzas poderosas que nacen y mueren en mí. Me gustaría que mi vida fuera una fértil corriente que fluyera alegremente sobre la tierra. Hasta el momento tú eres el único a quien puedo contar todo; bien, pues ahora soy rico y fértil en ideas y necesito trabajar.
Estoy tremendamente excitado, pero se trata del tipo de excitación que precede a la felicidad y que es seguido por una actividad vertiginosa no interrumpida por el pensamiento. (...)
Hoy me ha dicho un burgués (me ha insultado) que yo, o más bien mi cerebro, era devastador. Me ha hecho mucho bien. Deberíamos tener un aviso semejante cada día al levantarnos; pero ellos no nos comprenden, del mismo modo que no comprenden la vida. (...)
Adios, amigo mío. Cuéntame cosas sobre ti como yo te las cuento sobre mí. ¿No es ese el significado de la amistad, escribir como uno quiera sobre lo que sea y descubrirse recíprocamente y a nosotros mismos?
Se despide.
Tu Dedo."
Hace unos días fui a ver la exposición de Modigliani en el Museo Thyssen y, aunque tuve oportunidad de ver una mucho más completa hace varios años en Forth Worth (Texas), sin duda mereció la pena. En este caso no está solo; también se pueden contemplar obras de Cezanne, Soutine, Kisling, Foujita o Brancusi, pinturas o esculturas, artistas de su entorno o que fueron su inspiración.