Mentira Cochina

El pasado sábado se presentó en la Sala Clamores el libro que todos los años publica el Taller de Escritura. Su título es Mentira cochina y en él hay un relato escrito por una servidora titulado Música de fondo. Además tuve que escribir un pequeño discurso para leer durante la fiesta. La verdad es que me pasé una semana de los nervios por eso, por tener que hablar en público, pero al final todo salió bien. Este es el discurso:

"Se supone que debería haber escrito un texto pretendidamente gracioso para amenizar durante unos minutos esta noche tan especial. Pero es que hace un par de semanas mi curso terminó, un mes antes de lo previsto y de manera forzosa, puesto que me convertí en la única alumna. Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga: de repente había encontrado el tema perfecto para hablar esta noche, podía lanzarme a ironizar sobre las excusas que a menudo utilizamos para no escribir, ya sabéis, el trabajo, que no me deja tiempo, que es la más socorrida, y cosas por el estilo. Pero tratando de construir un texto más o menos ingenioso, vi de que no avanzaba, y no avanzaba porque me había topado de frente con una fea conclusión: me di cuenta de que lo que nos aparta de las palabras es fundamentalmente el miedo, y el miedo no es divertido.
Quentin Bell escribió sobre su tía, Virginia Woolf, algo bastante significativo al respecto: “Sus novelas estaban muy cerca de sus propias fantasías y siempre fue consciente de que, para el mundo exterior, podían sencillamente parecer una locura. Su miedo a la burla despiadada del mundo contenía el temor más profundo de que su arte, y por consiguiente ella misma, fuera una suerte de impostura, el sueño de un idiota que no tiene valor para nadie.”
Me parece que no es muy difícil reconocerse en esas palabras. El miedo es demasiado fuerte, a veces viene en forma de revelación divina ante la que uno no tiene nada que hacer salvo echar a correr y pedir disculpas a los que te rodean por esta especie de locura que te retiene en un universo paralelo de palabras, jurando que no volverá a ocurrir. Pero una vez recuperados de los sudores y el dolor de estómago, del vértigo y los mareos, agachamos la cabeza y pedimos perdón de nuevo, esta vez a nosotros mismos, por no confiar en nuestras posibilidades como contadores de historias, por haber huido sin apenas intentarlo. Supongo que ahí está la clave, en tener miedo a todo menos a regresar."

 

posted by Ainhoa on 12:22 p. m. under

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Ooooooleeeee el discursito,

Me faltó escucharte, seguró que sonó todavía mejor, aunque para la siguiente vez, porque seguro que hay más y podré estar presente, aparta el pelito de la cara y ya sabes.... con dos....

Un besazo,
Montse

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