
Hoy he vuelto a escuchar el álbum de Tracy Chapman que lleva por título su propio nombre. He tenido que armarme de valor, consciente de lo mucho que me cuesta enfrentarme a la tristeza que encierra la belleza de ese puñado de canciones de apariencia inofensiva. Canciones de escasa duración que, amparadas en ritmos sencillos y reposados, transmiten rabia y frustración a partes iguales a través de una voz triste y carente de estridencias que nos habla de mujeres maltratadas (desgarradora Behind the wall), de la diferencia de clases, de las injusticias sociales, del amor y del desamor...Pero por encima de todo ello destaca la idea de la falta de espacio para que el pueblo alce la voz como origen de la mayor parte de los males que asolan este jodido mundo mecanizado, alienado y alienante; porque como dice en Talkin´ bout a revolution, puede que se hable de revolución pero es como un susurro.
Tras apenas media hora su voz se apaga y yo no sé cuando volveré a reunir la valentía suficiente para escucharla de nuevo.