Reflexión básica sobre mis obsesiones


Cada cierto tiempo mi pensamiento es atrapado por algo o alguien; eso me hizo pensar que quizá fuera una persona demasiado obsesiva dada la persistencia con la que ese algo o alguien acudían a mi mente. Mi curiosidad me llevó a buscar en el diccionario el significado exacto de la palabra obsesión y he aquí el resultado.1. Idea o preocupación que no se puede alejar de la mente.
2. (Psiquiatría) Idea, generalmente absurda o incongruente, que irrumpe de forma imperativa e irreprimible en la conciencia, aunque el sujeto se dé cuenta de su carácter mórbido y extraño a su propia persona.
En alguna de esas páginas de psicología que pululan por el universo cibernético cuya fiabilidad no me ha dado por contrastar, he leído que, efectivamente, las obsesiones son ideas persistentes, pensamientos, impulsos o imágenes que son experimentadas como intrusas e inapropiadas y que causan marcada ansiedad o angustia.
Parece ser que la obsesión se caracteriza por la angustia o la preocupación así que, de momento, me he quedado huérfana de definición porque a mí, mis obsesiones me procuran más placer que angustia, y no veo en ellas morbidez o extrañeza. Lo que sí es cierto es que no las puedo alejar de mi mente sin importar si estoy en el trabajo, en el metro o tomando unas cañas con los amigos. Mi cerebro siempre encuentra un tiempo muerto en el que volar hacia la idea que en ese momento tenga enredada mi existencia.
Por ejemplo, desde hace un par de meses estoy obsesionada con la música de John Frusciante. Ayer, sin ir más lejos, escuché su álbum To record only Walter for ten days unas diez veces. Y hoy creo que ya van cuatro. Y las que me quedan.
Todas mi obsesiones han sido de este tipo (un libro, un cuadro, un viaje, sobre los que no puedo dejar de pensar) así que bien se podría decir que soy una obsesiva inofensiva porque incluso evito ser demasiado pesada al respecto con las personas de mi entorno. Lanzo alguna pincelada de vez en cuando pero sin pasar de ahí porque de lo que sí me he dado cuenta es de que estas obsesiones me debilitan. ¡Vaya! Creo que acabo de encontrar el sustantivo correcto: debilidad, de la que en el diccionario se me informa que es gusto o preferencia exagerada por alguien o algo. Aunque esa preferencia exagerada me justifica, yo sigo pensando que es un sustantivo que se queda corto; quizá su sonoridad no tenga la contundencia necesaria que mi estado mental demanda, pero una definición es una definición y no creo que esté en posición de contradecirla.
Volviendo a ese sentimiento de debilidad: hablar, o en este caso escribir, de las obsesiones de uno es una actividad muy arriesgada; es como si te quedaras desnudo frente al mundo y tuvieras que dar demasiadas explicaciones al respecto. Porque, ¿qué pensaría, por ejemplo, mi padre si le cuento que mientras estoy introduciendo en el programa contable de la empresa en la que trabajo las facturas del último mes en lo que en realidad estoy pensando es en la letra de Going inside? Probablemente pensaría que estoy loca aunque yo lo que espero es que él también tenga esta maravillosa capacidad para la obsesión (o la debilidad) porque es una parte muy importante de aquello que hace que la vida, mi vida al menos, valga la pena.

 

posted by Ainhoa on 8:10 p. m. under ,

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque escribir no se me da tan bien como a tí, creo que también voy a sacar fuera algunas de mis ideas, obsesiones, debilidades en otro blog, porque ahora mismo es algo que necesito y que, sobre todo, me apetece.

Me pasa siempre, pero esta vez está siendo especialmente duro: no me acabo de adaptar tras la vuelta del viaje.

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